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El año pasado se denunciaron en Gipuzkoa más de 7.600 estafas o intentos de estafa por internet. Son 635 al mes, 146 a la semana, y más de 20 al día. Este tipo de delito, al alza en los últimos años, supone una de cada seis infracciones penales en el territorio (17%), lo que lo convierte en el segundo mayor problema de seguridad ciudadana, solo por detrás de los hurtos (33%) y por encima de las lesiones (11%) y los robos con fuerza (10%). El desglose de la criminalidad es similar en el conjunto de la Comunidad Autónoma Vasca, donde se contabilizaron 24.235 ciberestafas, también el 17% del total de vulneraciones legales conocidas.
Los timos online constituyen el núcleo central de la ciberdelincuencia en Euskadi, pues representan nueve de cada diez (90%) denuncias presentadas ante los cuerpos policiales por delitos cometidos a través del mundo virtual. Muy a distancia le siguen las ciberfalsificaciones (972, el 3,6% de los ciberdelitos), las ciberamenazas y/o cibercoacciones (774, el 3%), y los ciberataques informáticos (76, el 0,3%).
En total, los casos de ciberdelincuencia representan el 19% de la criminalidad conocida, uno de cada cinco delitos, tanto en Gipuzkoa como en Euskadi.
Y eso que el año pasado este tipo de ilegalidades se tomaron un respiro. Tras años de ascenso continuado en el número de denuncias presentadas, 2024 supuso un cambio de tercio y los delitos cometidos por vía virtual se redujeron un 6%en Gipuzkoa y un2,6% en Euskadi respecto al año anterior, mientras la delincuencia presencial subió un 9,1%y un 3,4%, respectivamente, según el Informe sobre el Estado de la Seguridad Pública en Euskadi correspondiente al año pasado. El trabajo incorpora las denuncias presentadas ante la Ertzaintza y las policías locales de los municipios vascos con más de 15.000 habitantes. En Gipuzkoa son San Sebastián, Irun, Andoain, Arrasate, Azpeitia, Bergara, Eibar, Errenteria, Hernani, Hondarribia, Lasarte-Oria, Pasaia, Tolosa y Zarautz.
Los fraudes por internet más comunes son la venta de productos falsificados o inexistentes, de servicios que no terminan prestándose, suplantaciones de identidad –tanto de particulares como de empresas– y el 'phising'. Este último consiste en el envío de correos electrónicos que parecen proceder de una fuente fiable y que tienen una apariencia creíble, como una administración pública (ayuntamiento, Lanbide, Seguridad Social...) o una empresa conocida (bancos, empresas de energía o telecomunicaciones...) con la intención de que el receptor introduzca información personal, como contraseñas o datos bancarios, que luego son utilizados de forma fraudulenta.
Una variante del 'phising' es el 'smishing'. En este caso el contacto con la potencial víctima no se produce a través de correos electrónicos, sino sirviéndose de sistemas de mensajería (como Whatsapp, Telegram o sms) con la misma intención de obtener de la persona estafada información confidencial.
Respecto a los anuncios y webs fraudulentas, el timo surge de suplantar la página del buscador o tienda virtual –generalmente de empresas muy reconocidas– e imitar sus procesos de compra y pago, dando la impresión al comprador de que lo está haciendo en la web oficial y no en una de imitación.
En estas páginas normalmente se ofertan productos a precios muy bajos para captar la atención del usuario, pero tras la compra, el pedido nunca llega a enviarse y cuando la víctima se da cuenta ya suele ser demasiado tarde. La web ha desaparecido con los fondos sustraídos a las víctimas. En estos casos suele ser complicado recuperar el dinero porque estas páginas fraudulentas suelen estar alojadas en servidores de terceros países.
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Para reducir las posibilidades de ser víctima de estas estafas, los expertos recomiendan desconfiar de las ofertas excesivamente ventajosas y de los mailings o sms que utilizan la entrega de paquetes o paso por aduanas como excusa para pedir datos personales o bancarios.
Por otro lado, hay que tratar de asegurarse de estar en páginas seguras y en las originales del comercio o proveedor de servicios. Conviene desconfiar si no se ven nítidas, tienen faltas de ortografía... Yen caso de duda buscar información sobre esa entidad y opiniones de otros usuarios.
Lo más importante llega a la hora de hacer frente al pago. Para saber si se está en un sitio seguro hay que fijarse que en la barra de dirección del navegador aparezca un candado y que la dirección web comience con https (no http).
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