Secciones
Servicios
Destacamos
Ahora que vivimos cada momento en riguroso directo queda poca ocasión para la comunicación pausada. En poco tiempo hemos pasado de hablar por teléfono a ... notificar por mensaje de texto y hasta el correo electrónico parece ya lento frente a la confirmación automática del whatsapp. La tecnología nos ha regalado la oportunidad de estar en contacto inmediato y permanente pero su comodidad de uso ha banalizado el antiguo acontecimiento que suponía enviar o recibir un mensaje por correo.
Hace ya mucho que sólo saco del buzón facturas o notificaciones del banco. Así que, esta semana, cuando recibí una carta manuscrita dentro de un sobre sellado y matasellado sentí un sobresalto. La carta, de un amigo, no contenía ninguna noticia o confidencia extraordinaria pero la leí con una emoción mucho más viva que el mensaje, del mismo, que había sonado en el móvil un rato antes. Un trazo manual, imperfecto e inimitable, tiene un poder de conexión que nunca logrará la grafía uniforme y aséptica de un ordenador.
Me desprendo periódicamente de los mensajes y correos electrónicos. En cambio, conservo en una caja las cartas manuscritas que he recibido y lo hago sin un objetivo aparente, sólo porque soy incapaz de deshacerme de ellas. Hoy, que hemos abandonado cualquier actividad que cueste esfuerzo o requiera tiempo, escribir una carta a mano es un gesto de consideración, de amor, más sincero que teclear un TeQuiero en el smartphone, incluso aunque lo acompañes de muchos corazones.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.