Fauna africana y un subdirector general
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Última página de EL DIARIO VASCO, 4 de junio de 1965: «Brillante inauguración del Festival del Cine. El subdirector general de Cinematografía y Teatro abrió ... el certamen en nombre del ministro de Información».
No aprendemos. Siempre damos un respingo cuando, en nuestros recorridos por la hemeroteca histórica, encontramos al Festival de Cine fuera de septiembre. Tenemos que recordar que, tras la primera semana de 1953, celebrada en el noveno mes del año, nuestro Zinemaldi se movió en el calendario entre junio y julio hasta asentarse desde 1973 en septiembre.
También nos vuelve a llamar la atención una inauguración tan poco glamurosa, en 1965 protagonizada por un subdirector general, Florentino Soria, cuando ya sabemos que durante buena parte del franquismo el acto inaugural se celebraba en el Ayuntamiento, a cargo de las autoridades del régimen.
1965 Hace sesenta años, el subdirector general de Cinematografía y Teatro, en nombre del ministro de Información, inauguró el Festival de Cine. Cornel Wilde y Rocío Durcal protagonizaron la primera gala de una edición lánguida
Después, a las diez de la noche, se celebró la primera proyección. Sus estrellas fueron Rocío Durcal, que venía a promocionar el próximo estreno de 'Más bonita que ninguna', y Cornel Wilde, que protagonizaba y dirigía la película inaugural, 'La presa desnuda' ('The Naked Prey'). El largometraje no agradó al crítico de DV 'Peppino', como pudo leerse el 4-VI-1965...
«Se trata de una película 'africana' con un arranque prometedor que suscita el interés del público, pero a medida que la acción dramática transcurre ese interés va decayendo, puesto que en la pantalla se suceden todos los tópicos del género: desde el aspecto folklórico hasta la exhaustiva exhibición de toda la fauna centroafricana. No contribuye a remontar el interés inicial el desarrollo del argumento –la persecución de un blanco por un puñado de guerreros negros– ya que la reiteración de situaciones, servidas casi exclusivamente por una interpretación unipersonal –la de Cornel Wilde– llega a contagiar a la sala del angustioso jadeo del blanco fugitivo».
Aquella edición del Festival, segunda dirigida por Carlos Fernández Cuenca, fue más bien floja, salvo por la presencia en la clausura de Kim Novak y la organización, con la colaboración de Luis Gasca, de un ciclo de clásicos del cine de terror.
El certamen languidecía entre películas poco interesantes, fallos organizativos y cierta falta de rumbo. Como escribió José Luis Tuduri: «Todo era como en el año anterior. Seguía Fernández Cuenca como Director, continuaba su mismo equipo de colaboradores y se mantenían las mismas estructuras en la Organización, con la atenta mirada desde Madrid, y con esa cierta permisividad y ligero aperturismo que autorizaba la Dirección General de García Escudero. Pero sin embargo las cosas no fueron iguales. Hubo malas películas, films previstos y anunciados no llegaron, el ciclo retrospectivo de cine de terror fue atractivo pero desordenado y el oropel que rodea estas manifestaciones con figuras populares más o menos famosas, salvo por un par de excepciones, brilló por su ausencia».
Por cierto, que aquella edición del Festival que empezaba hace sesenta años era la número trece.
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