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La amenaza silenciosa que llama a las puertas de España. En un país basado en la separación entre religión y Estado, donde las libertades individuales ... y el pluralismo cultural son pilares de la sociedad, hablar de un peligro interno y silencioso puede parecer fuera de lugar.
Sin embargo, la realidad europea actual obliga a revisar seriamente lo que ocurre detrás de la fachada de «convivencia», especialmente con el ascenso del islam político, representado por los Hermanos Musulmanes. Esta organización aplica una estrategia a largo plazo basada en la infiltración gradual en las sociedades e instituciones, utilizando herramientas legales y nombres religiosos, pero con un proyecto ideológico que choca frontalmente con los valores constitucionales europeos.
El último informe del gobierno francés, publicado en mayo de 2025 y recogido por Le Figaro y otros medios franceses, hizo sonar la alarma. Clasificó las actividades de los Hermanos Musulmanes en suelo francés como una «amenaza para la cohesión nacional», revelando la existencia de 139 mezquitas vinculadas a la red «Musulmanes de Francia» (nuevo nombre de la Unión de Organizaciones Islámicas de Francia), además de otros 68 lugares sospechosos de estar ligados a la agenda extremista de la organización.
No se trata de violencia ni de extremismo violento. Lo que genera preocupación es el estilo calmado y metódico que emplea la organización -conocido como «avance silencioso»- para construir estructuras sociales paralelas dentro de los Estados democráticos.
Estas estructuras promueven una identidad religiosa cerrada, que se separa gradualmente de la identidad nacional, y que aprovecha el discurso de los derechos para proteger un proyecto que no cree en la democracia más que como medio.
La organización, fundada en Egipto en 1928, no declara públicamente sus objetivos políticos, pero se apoya en un doble discurso y utiliza herramientas como asociaciones benéficas, centros culturales, escuelas religiosas y plataformas mediáticas para construir redes de influencia religiosa y social, listas para actuar cuando las condiciones lo permitan.
Y aunque Francia esté a la vanguardia del debate, la amenaza no se limita a sus fronteras. La organización tiene presencia en España desde hace años, especialmente en zonas con alta densidad de población musulmana, como Cataluña y Madrid. Informes de seguridad europeos señalan intentos de replicar el modelo francés mediante la toma de control de mezquitas, el dominio de asociaciones locales y la creación de alianzas con ciertos sectores políticos de izquierda, que desconocen los objetivos reales de estos grupos.
¿Por qué debería preocuparse España?
Porque el país está experimentando un rápido crecimiento de la población musulmana —una evolución natural y esperada—, pero que, si es explotada por actores ideológicos como los Hermanos Musulmanes, puede desembocar en fracturas sociales y en la creación de «sociedades paralelas», especialmente ante la falta de un control eficaz sobre el discurso religioso y la financiación extranjera.
España, al igual que el resto de Europa, enfrenta un verdadero dilema: ¿cómo proteger la libertad religiosa sin permitir que se convierta en plataforma para socavar la democracia?
La respuesta no reside en atacar al islam, sino en establecer límites claros que distingan entre una práctica religiosa legítima y un proyecto político camuflado en la religión.
En este sentido, se pueden proponer una serie de medidas dentro del marco legal y democrático:
- Prohibir las actividades de los Hermanos Musulmanes en virtud de las leyes europeas contra el terrorismo.
- Reforzar la transparencia en la financiación de mezquitas y asociaciones religiosas, especialmente en lo que respecta a fondos provenientes del extranjero o a través de mecanismos opacos.
- Supervisar los discursos promovidos en ciertos centros islámicos, sin caer en estigmatizaciones colectivas, pero desmantelando el discurso separatista dirigido a la juventud.
- Sensibilizar a las autoridades locales y a los partidos políticos sobre el riesgo de colaborar con asociaciones de agenda ideológica vinculada a los Hermanos Musulmanes, incluso si su discurso parece moderado en apariencia.
- Activar una supervisión europea conjunta sobre las actividades del islam político, ya que abordarlo solo a nivel nacional deja lagunas que la organización sabe aprovechar con astucia.
Enfrentar al islam político no significa librar una guerra religiosa, sino defender el modelo democrático europeo que nuestros pueblos han construido durante siglos.
La tolerancia no es debilidad, y la integración no significa aceptar proyectos que buscan revertir el curso de nuestras sociedades. Cualquier demora hoy en enfrentar este riesgo tendrá un alto coste mañana.
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